Diseñada por Studio Kuadra, la nueva iglesia de Cinisi transmite la potencia de lo sagrado a través de una arquitectura que se caracteriza por elementos y detalles sumamente simbólicos. La colección Mystone Gris Fleury de Marazzi, que reviste todo el edificio, se relaciona a la perfección con el entorno orográfico y los colores del territorio

Al diseñar un centro de culto, es necesario reflexionar largo y tendido para vincular toda una serie de factores como el lugar, la arquitectura, la funcionalidad, la fe, el simbolismo, la seguridad. La iglesia Mater Redemptoris, diseñada en Cinisi (Palermo, Italia) por los arquitectos Andrea Grottaroli y Manuel Giuliano de Studio Kuadra —ganadores del concurso organizado la Conferencia Episcopal Italiana— satisface de lleno estos criterios, a los que cabe añadir la capacidad de transmitir la sensación de lo sagrado.    

El complejo parroquial, en su novedad constructiva, se divisa en cuanto se llega a la calle Contrada Piano Peri, donde se origina el atrio: un monolito revestido de material cerámico de imitación de la piedra, de cuyo cuerpo se separa el campanario, que parece emerger del suelo y se proyecta hacia el cielo. Los aspectos simbólicos se expresan de forma continua en el interior del edificio. El uso de la luz es uno de los elementos clave de la composición arquitectónica, pues resalta los colores y las formas. En el interior de la iglesia, una cascada de luz cenital —funcional, a la vez que simbólica— inunda la nave central, mientras que las luces puntiformes convenientemente repartidas realzan el crucifijo y la pila bautismal. Los elementos litúrgicos son infrecuentes, leves, de tamaño reducido. Un gran ventanal, ubicado en el lado oeste, se abre hacia el “jardín de los olivos”, que no solo representa un elemento de conexión escenográfico con la Sagrada Escritura y el paisaje circundante, sino que, al estar encerrado por un muro, dirige las miradas hacia el cielo y el cercano Monte Longa.

La atención por los aspectos tecnológicos y de sostenibilidad impregna todo el proyecto.   

Hecha de hormigón armado, la construcción presenta un revestimiento externo de gres porcelánico de la colección Mystone Gris Fleury, colocado con la técnica de la fachada ventilada, el sistema que garantiza un importante ahorro de energía, además de mejorar notablemente las prestaciones termohigrométricas, resolver los problemas relacionados con la humedad y proporcionar un excelente bienestar habitacional tanto en inverno como en verano. “Seleccionamos el revestimiento exterior realizado con la cerámica Mystone Gris Fleury de Marazzi —explica el arquitecto Manuel Giuliano— tras evaluar muchas otras posibilidades, precisamente por la proximidad estética con la piedra de la montaña que sirve de fondo a la obra. Cuando se pone el sol, la luz parece mimetizar el volumen de la iglesia con el entorno local”.

La colección, que se inspira en la piedra francesa que le da el nombre, se caracteriza por la granulometría heterogénea y la degradación tonal de fondo, características que confieren una materialidad única al producto, perfectamente equiparable a la de la piedra natural. Igualmente decisiva fue la elección atenta de los distintos formatos personalizados —de 60 × 120 y 30 × 120 cm— colocados con un esquema único, muy estudiado y particular, tan eficaz y sugestivo que realza la cubierta, amplifica la luz y crea una fachada única en su género.    

Las superficies cerámicas con aspecto encerado, realizadas según diseño, se eligieron como revestimiento para todos los suelos del interior, a excepción de la guardería, “para conseguir —como explica el arquitecto Giuliano— un efecto homogéneo y claro, capaz de difundir la luz natural y de ampliar la iluminación general”.

Fotos: Alfio Garozzo